jueves, 27 de diciembre de 2012

Uno de los ferrocarriles que comunicó a Ixcaquixtla



“El Cerro de la angostura”, libro de Álvaro Arellano Ríos




En este libro "El cerro de la angostura", se menciona a San Juan Ixcaquixtla, como antiguo centro comercial de nuestra región y se narra la construcción de la vía del ferrocarril que comunicó, entre otros pueblos, a San Juan Ixcaquixtla, Pue. con Santo Domingo Tianguistengo, Oaxaca.

 El 3 de agosto de 2011 fue presentado en su pueblo natal.
NOTA DE: RAÚL MALDONADO ZURITA
Zimatlán de Álvarez, Oaxaca | Álvaro Arellano Ríos, con larga trayectoria como dirigente político, funcionario público, es ante todo un enamorado de las letras.
Sus hijos literarios, y que lo hacen pactar con la eternidad, se llaman: Monografía de Santo Domingo Tianguistengo, la administración pública en Oaxaca, y el más reciente nació el 3 de agosto, y lleva por título 


“El Cerro de la Angostura: Historia del Ferrocarril de San Antonio Ixcaquixtla*a Petlalcingo, Puebla. 1933-1941”.

*(Actualmente es el pueblo de Progreso, Tepexi. Nota de J. S. Jiménez) 


Lleva presente en el corazón, una lección de sus maestros que le decían si quieres dejar huella, tienes que hacer una de estas tres cosas, sembrar un árbol, realizar un programa de radio o escribir un libro.
En el marco de las fiestas de su pueblo natal, donde celebran a Santo Domingo de Guzmán se dio el feliz alumbramiento. Los comentarios del libro corrieron a cargo del profesor Nahúm Santillán Velasco y del doctor Javier Delgado Gamboa.
El autor del libro explica “dividí en tres partes o episodios: el histórico-verdadero y el creativo o imaginativo, ya que los antecedentes son primordiales, para revivir pasajes inéditos. Este libro es para dirigirme a las nuevas generaciones de mexicanos, haciendo una retrospectiva histórica, para que conozcan las hazañas de los pueblos, que muchas veces han sido positivas o negativas, pero que finalmente son manifestaciones de la conducta humana”
El libro que relata la historia del ferrocarril fue patrocinado por el ayuntamiento de Santiago Chazumba, Huajuapan.
Arellano Ríos nació en Santo Domingo Tianguistengo y terminó la instrucción primaria, secundaria y preparatoria en la ciudad de Huajuapan de León, es licenciado en derecho por la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.


Gobernadores poblanos de Ixcaquixtla



Publicado en el blog de Mauro González Rivera.  Anecdotario Político.
Septiembre 10, de 2010.

Como se conoce en la historia política de Puebla, la llegada del general de división Antonio Nava Castillo como gobernador constitucional del estado de Puebla para el periodo comprendido del primero de febrero de 1963 al 31 de enero de 1969, se vio truncada por los tiempos de convulsión universitaria y un problema relacionado a la presunta autorización a una planta para la industrialización de la leche., por lo que a tan solo 18 meses de mandato se dio el relevo del cargo.
Bien, miembro de la legislatura local al Congreso del Estado (1963-1966) el priísta y dirigente campesino José Octavio Ferrer Guzmán, caracterizado como un hombre fuerte, recio de carácter y leal a las instituciones como siempre lo ha sido durante toda su vida que ya alcanzan los 80 años de edad, le correspondió estar al lado del entrante mandatario y proseguir con el titular del poder ejecutivo interino, el ingeniero agrónomo Aarón Merino Fernández, quien llegó procedente del entonces territorio de Quintana Roó que gobernaba en aquél entonces.


El escrito de hoy dentro de mi anecdotario político número 47 (e-consulta.com/blogs/anecdotario), cuenta con cinco aristas que encajan bien porque corresponden a cabalidad con lo sucedido en esos años de los sesentas, cuando se inicia una debacle política que permite a los poblanos contar con seis gobernadores en tan solo 12 años, de 1963 a 1975 (Antonio Nava Castillo, Aarón Merino Fernández, Rafael Moreno Valle, Mario Mellado García, Gonzalo Bautista O’farril y Guillermo Morales Blumenkron).

1.- La caída del gobernador Antonio Nava Castillo, nacido en San Juan Ixcaquixtla, quien llegó rodeado de malos colaboradores que ni siquiera tenían la más remota idea de lo que era el estado de Puebla, porque simple y sencillamente no eran originarios del estado.
2.- La llegada del visionario ingeniero agrónomo Aarón Merino Fernández, originario también del pueblo de San Juan Ixcaquixtla, quien gobernó interinamente al estado a partir de octubre de 1964 al 31 de enero de 1969, entregando al día siguiente, el primero de febrero la estafeta del poder gubernamental al general Rafael Moreno Valle, quien como es conocido tampoco pudo culminar con su mandato.
3.- La actitud del joven oficial mayor del gobierno Merinista, Horacio Hidalgo Mendoza, quien por ignorancia política quiso entrometerse en asuntos del Congreso del Estado, sin reparar que el diputado por el distrito de Tepeaca, José Octavio Ferrer Guzmán, coordinador de los legisladores a la XLII legislatura local, protestaría con energía ante el hombre fuerte del régimen, el secretario particular del ejecutivo, licenciado Isidro Castorena Pedrero, originario del estado de Tabasco, quien dio la razón a José Octavio y ordenó al tesorero general del estado Alberto Briones Rodríguez, dar cumplimiento a la petición del líder camaral luego de que éste cometiera el desacato de no atenderlo, hasta en tanto escuchó los gritos de protesta del solicitante, ante su secretaria.
4.- El gesto inolvidable de don Ramón Díaz Ordaz (don Ramoncito), director del departamento de Glosa del Congreso del Estado, padre del presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz., quien al conocer esa dificultad económica del líder de la cámara de diputados, le ofreció facilitarle los 5 mil pesos que había cobrado como producto de sus ahorros, lo que desde luego no aceptó el legislador José Octavio Ferrer Guzmán, pero que emocionadamente agradeció ese gesto de solidaridad.
5.- El gobernador Merino Fernández no le tenía confianza al diputado Ferrer Guzmán, porque lo había heredado de la administración saliente, por lo que fomentó la animadversión hacía él de cuatro diputados (Agustín Pérez Caballero, de Atlixco; Esperanza Ramos de Naranjo, de San Martín Texmelucan, ambos de la CROM; Sacramento Jofre Vázquez, de Zacapoaxtla y Juan Castelán Sevilla, de Huauchinango).
Todo esto cuando agonizaba el trienio de la XLII legislatura local (63-66).
Don Ramón Díaz Ordaz, quien siempre mostró gran afecto por el diputado Ferrer, algún día le dijo que lo que se le ofreciera él lo podía pedir a Gustavo, su hijo, el presidente de la República, pero nunca éste fue capaz de pedir algo. Sin embargo, por azares del destino el gobernador Aarón Merino Fernández se enteró de la relación de amistad de don Ramoncito y del legislador por Tepeaca, por lo que lo mandó llamar para platicar con él, manifestándole su apoyo y su confianza, lo que fue suficiente para que nadie de sus compañeros volviera a pensar en la renuncia de Ferrer a la coordinación de los diputados en el seno del congreso, ni el mandatario en fomentarla.
Con el tiempo, las relaciones entre el gobernador Merino Fernández y el diputado Ferrer Guzmán fueron en el grado de excelencia y de gran afecto.
Los diputados a la XLII Legislatura, fueron: Jesús Ramírez Hernández, Puebla; Juan Hernández Cardel, Puebla; Esperanza Ramos de Naranjo, San Martín Texmelucan; Agustín Pérez Caballero, Atlixco; José Octavio Ferrer Guzmán, Tepeaca; Leopoldo Rivera González, Matamoros; Alberto Ortega Martínez, Tecamachalco; Arturo Alonso Hidalgo, Acatlán; Carlos Vargas Leyva, Tehuacán; Estéban Rangel Alvarado, Ciudad Serdán; Sacramento Jofre Vázquez, Zacapoaxtla; Pablo Camarena O`farril, Tetela de Ocampo; Enrique Zamora Palafox, Teziutlán; Raúl Hernández Márquez, Zacatlán y Juan Castelán Sevilla, Huauchinango.
Hasta la fecha José Octavio Ferrer Guzmán, guarda un profundo respeto a la memoria de don Ramón Díaz Ordaz y a la del gobernador Aarón Merino Fernández. Se lamenta, eso sí, de nunca haber podido comentarle al licenciado Gustavo Díaz Ordaz, los gestos de solidaridad, amistad y afecto de don Ramoncito hacía él.
Así como Melquiades Morales Flores dice a cada rato que nunca se deben resolver los problemas pensando con la cabeza caliente, sino metiéndola al refrigerador para resolver fríamente, el veterano político de mil batallas, José Isabel Alonso Carreón, dice que “para resolver en política, no debe meterse el corazón, sino meter el cerebro” .
Influyente como lo fue en el gobierno del ingeniero Aarón Merino Fernández (1964-1969), político que llegó del entonces territorio de Quintana Roó en octubre de 1964, para sustituir en el cargo al general Antonio Nava Castillo, el famoso “Chabelo” como lo conocen sus amigos y adversarios, fue ni más ni menos el que a través de un amigo cercanísimo al hombre de San Juan Ixcaquixtla, logró, por decirlo coloquialmente, imponer como candidato a presidente municipal de Puebla al ingeniero Arcadio Medel Marín.

Director general de Catastro en ese entonces, don Arcadio jamás entendió la jugada de “convencimiento” de los amigos de don Aarón para que cambiara la primera decisión que había tomado y que tres días después desechó para brindar su apoyo al ingeniero Medel Marín.
Gustavo Rovirosa era el delegado del CEN del PRI y Pablo Solís Carrillo el presidente del comité directivo estatal del tricolor, en ese entonces el invencible partido de la Revolución y una aplanadora en eso de arrasar con los votos, incluso hasta con los de los muertos.
Discordante el licenciado Solís Carrillo, opinó en la reunión de amigo que Medel Marín no le convencía porque tenía informes de que era un emboscado FUA (Frente Universitario Anticomunista).
“Chabelo”, el autor intelectual del cambio de la decisión del gobernador interino, jugó bien sus cartas y teniendo cerca a Elpidio Montes de Oca, uno de los asesores del “señor gobernador”, no tuvo problema alguno para que el cambio se diera a plena satisfacción de Merino Fernández, pese a la molestia de don Isidro Castorena Pedrero, secretario particular del ejecutivo, el hombre fuerte, el poder tras el trono, el político que a todos recibía con el saludo de parte del “señor gobernador”, porque él había sugerido a otro personaje para primer regidor. Sin embargo, fiel a su disciplina y amistad, no dijo ni pío cuando las cosas se dieron de otra manera.


Visionario como lo fue el gobernador interino de Puebla, ingeniero agrónomo Aarón Merino Fernández (*1964-1969), hay que reseñar la anécdota que hace historia y que hace muchos años la vivió con él Gabriel Sánchez Andraca, reportero de La Opinión Diario de la Mañana, porque es altamente ilustrativa en cuanto a la diferencia que existe entre un tecnócrata y un político.
Resulta que en un recorrido por el barrio de Analco, para revisar las obras del embovedamiento del Río de San Francisco, el ejecutivo se detuvo en el histórico puente de Ovando de la avenida 3 Oriente y lo que es hoy el boulevard 5 de Mayo. Tras observarlo llamó al ingeniero Felipe Vallejo Pérez, para comentarle que había que resaltar ese lugar histórico haciéndole algunas áreas jardinadas y colocarle unos espejos de agua.
La petición del mandatario no fue del agrado del ingeniero Vallejo, quien sin pensarlo mucho replicó: “señor gobernador, éste puente hay que tirarlo porque es un estorbo para la vialidad”.
Disimulando su irritación el gobernador Merino Fernández se dirigió al ingeniero Vallejo para decirle: ¿Sabe lo que está diciendo, señor ingeniero? Este fue el primer puente carretonero que hubo en Puebla. Si lo tumbamos se nos van a echar encima todas las agrupaciones culturales del país.
Una vez más el responsable del Comité de Caminos Vecinales del Estado de Puebla, correspondió así a lo dicho por el mandatario: “sí señor gobernador, pero ingenierilmente hablando, éste puente tiene que tirarse”.

Visiblemente molesto, indignado, diré, por la impertinencia del funcionario, el ejecutivo volvió a la carga: Pues ingenierilmente hablando, éste puente se queda, porque acuérdese que yo también soy ingeniero, pero además soy el gobernador y yo soy el que manda y de una vez por todas le digo que el puente se queda.
Cabizbajo y rumiando para sus adentros el fracaso de su intentona, el ingeniero Vallejo Pérez escuchó las instrucciones que el gobernador hacía llegar al arquitecto Velasco, para el arreglo de ese lugar histórico.
EXPLICACION A LOS PERIODISTAS
De pronto el ingeniero Aarón Merino Fernández volteó la cara y vio a los 3 o 4 periodistas que lo acompañaban en ese recorrido, por lo que de prisa se dirigió a ellos para decirles: muchachos, lo que acaban de ver no es un pleito, de ninguna manera, es una discusión entre funcionarios. Miren, es el técnico el que ve en el terreno de la vialidad las cosas a su manera, lo que es muy importante y el político que tiene que tener un panorama más amplio y tiene que ver, obligadamente, con la protección de nuestra cultura, de nuestros monumentos históricos y arquitectónicos. No puede ser de otra manera. Pero les aclaro: no es pleito, les aseguro, no es pleito.
*1964-1969. Aarón Merino Fernández, originario de San Juan Ixcaquixtla, asumió el gobierno de Puebla a partir del 20 de octubre de 1964 hasta el 31 de enero de 1969 (Gustavo Díaz Ordaz, Presidente de México), habida cuenta que el gobernador constitucional del estado, general Antonio Nava Castillo, también de San Juan Ixcaquixtla, inició su mandato el primero de febrero de 1963 y solicitó licencia de su cargo el 20 de octubre de 1964 (Adolfo López Mateos, presidente de México) a causa de serios problemas.